El prestigioso dramaturgo sintió vergüenza de conservar, entre numerosos reconocimientos a su trayectoria artística, el galardón que en 2003 le entregó el matutino por su obra No te soltaré hasta que me bendigas.
Ya lo había sacado del estante de la biblioteca. Es que ese, el premio Clarín 2003 al mejor autor, por su obra No te soltaré hasta que me bendigas, no le daba orgullo. En septiembre pasado recibió otra distinción, el Gran Premio de Honor de Argentores por su trayectoria como autor dramático. Fue entonces cuando una alumna de dramaturgia, Jazmín, le preguntó si, entre la veintena de distinciones nacionales e internacionales que había recibido, alguna lo incomodaba. Y él pensó en uno que, aun escondido, seguía allí. Luego vinieron el fallecimiento inesperado de Kirchner y los días en la plaza, junto a otros miles. Así es como el dramaturgo tomó una decisión: devolver públicamente el premio recibido. Y lo contó en una carta que redactó ayer y que envió a Tiempo Argentino.
Publicado por: Mensajero Digital.
"Tomé plena conciencia de que ese premio me avergonzaba. Me sentí irritado. No me producía orgullo. Por supuesto, no estoy hablando de las valiosas personas del jurado que discernieron ese galardón y por las que albergo enorme respeto y agradecimiento. Se trata, simplemente, de Clarín", explica. Y agrega: "No es para mí un honor contar en mi haber con un premio otorgado por una empresa monopólica gravemente sospechada y acusada de delitos de lesa humanidad, en plena investigación judicial por la apropiación de bienes en connivencia con la última dictadura cívico-militar mediante una maniobra conjunta que implica ni más ni menos que operaciones de prensa seguidas de secuestros, torturas y asesinatos. Una empresa cuya dueña y su principal gerente están gravemente sospechados y acusados de haber robado hijos de seres humanos secuestrados, torturados y que continúan desaparecidos. No es un honor para mí ostentar el premio de una empresa monopólica que ha desvirtuado su deber de informar, remplazando la noticia por operativos de prensa sólo destinados a la defensa de sus intereses económicos, al desconocimiento de la autoridad del Estado y a la obstaculización de la revelación de la verdad en los crímenes de lesa humanidad antes mencionados. No es para mí un honor cargar con el premio de una empresa monopólica que tiene el privilegio de crear, precisamente por su posición dominante en el campo de la comunicación audiovisual y la información en general, un muro de impunidad y silencio, desinformación y mentira acerca de sus actividades pasadas y presentes, en concurrencia con sectores políticos y hasta judiciales, a los que no puedo sino imaginar, a algunos como socios directos y a otros como sujetos acobardados por el poder monopólico o, peor, vilmente comprados."
Ricardo Monti es autor de varias obras de teatro. Una de las más conocidas, Marathon, estrenada en 1981 y traducida a varios idiomas, fue repuesta hace pocos meses en el Teatro Nacional Cervantes. El dramaturgo termina su carta diciendo: "No, Jazmín, no me enorgullece ese premio. Por eso lo devuelvo públicamente, como públicamente lo he recibido. No sé cómo es el procedimiento legal o burocrático para hacerlo y tampoco quiero perder mi tiempo en averiguarlo. En cuanto al soporte material que lo representa, ya está, como expeditivo desenlace, en el tacho de la basura."
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